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  • Ludwig V. Burkes

¿Qué es Desarrollo Sostenible? ¿Y la Agenda 2030?

Las típicas preguntas que todo el mundo cree saber responder pero en realidad pocos tienen idea de qué va. Si la pregunta fuese ¿qué es el desarrollo sostenible?, con minúsculas y ciñéndonos a la economía, sería fácil responder: evolución de la sociedad a mejores niveles de vida que se puede mantener indefinidamente. ¡Magnífico! ¿Quién puede no querer eso? ¿Quién puede querer otra cosa? Es de cajón que todos debemos desear un desarrollo sostenible, pero ¿el Desarrollo Sostenible, con mayúsculas, qué es?


Mi querido James Corbett (corbettreport.com) dedicó todo un episodio de su podcast “The Corbett Report” a estas cuestiones que yo he subtitulado al español con su permiso, y que le recomiendo que vea con atención. En el original puede encontrar todas las referencias y documentos, escritos y audiovisuales, usados para la confección del episodio(1).




Como bien dice James Corbett, si uno se va a internet y pregunta ¿qué es Desarrollo Sostenible? Encontrará vídeos de la ONU vendiendo la burra con bonitas palabras, imágenes de aborígenes felices, y toda la artillería “comecoco” habitual. “Desarrollo Sostenible” es sencillamente “Un Mundo Feliz” y para ello se implementa una agenda, la Agenda 21, luego Agenda 2030, con 17 objetivos a cada cual más elogiable: acabar con la pobreza, evitar la amenaza climática, mantener la biodiversidad, et cetera, et cetera.


Maravilla de las maravillas, pero ¿es el Desarrollo Sostenible eso realmente? Si ha visto el vídeo, ya sabe la respuesta. Considero que este tema es de capital importancia porque conozco gente de buen corazón que colabora con este crimen contra la humanidad a pesar de que ellos son las víctimas. Como una compañera, madre de familia numerosa, propietaria de vivienda, a la que le gusta viajar con la familia en una caravana que se dedica a promocionar la Agenda 2030 en el seno de la enseñanza universitaria. Participa en un “proyecto de innovación” titulado “Mejora de la calidad e innovación en los Trabajos de Fin de Grado y de Máster” cuyo fin es impregnar los trabajos fin de carrera de la ideología 2030, tal y como establece el RD 822/2021. Dada la condición y estilo de vida de esa persona, dudo mucho que sea consciente de lo que está vendiendo puesto que la Agenda 2030 va especialmente contra ella. Pero ¡qué fácil es dejarse llevar! Máxime cuando se ostenta un cargo.


Comentando el trabajo de James Corbett, diré que ya para empezar, me llama la atención que en el propio vídeo promocional de la ONU la gente sencilla salga limpia, bonita, con colores llamativos pero pobre. Un montón de niñas hacinadas en un banco leyendo, un niñito comiendo con las manos, mujeres cociendo a máquina en una nave, y cosas así. Cada imagen se acompaña con un discurso que dice justo lo contrario de lo mostrado. Alguien me dirá que la imagen pretende mostrar la realidad que se pretende combatir pero, ¿por qué la presenta tan bonita y agradable? Sin duda la cosa tiene truco y a mí me transmite la idea de que ese es el mundo que nos desean. Limpios pero en la cocina, que es nuestro sitio, como buenos sirvientes.


Rose Korie, autora del libro “Behind The Green Mask: UN Agenda 21” nos cuenta cómo la entonces Agenda 21 se ha ido colando en nuestras vidas subrepticiamente mediante planes locales y que, además de constituir un mecanismo de inventariado de todo lo inventariable del planeta, es un ataque frontal contra la principal institución que sustenta la libertad: la propiedad privada. Esa fue la conclusión del informe “Our Common Future”, redactado por la Comisión Brundtland, precursora de la Agenda 21.


A este respecto, el lector de cierta edad reconocerá que de hace 40 años para acá, la regulación sobre la propiedad rural ha sido cada vez más asfixiante, siendo en la actualidad un eufemismo llamarla “propiedad”. Lo mismo ha pasado en las ciudades, especialmente en los cascos antiguos donde modernizar una finca urbana es toda una odisea. Mi familia es propietaria de una modesta finca en Cádiz desvalorizada por haber perdido el derecho de reconstruir su vivienda al haber perdido el tejado. Tejado que en parte quitamos nosotros mismos para evitar peligros al estar este en ruinas. ¿Qué lógica hay tras esa norma?


Una vez más llamo la atención sobre el hecho de que sean los petroleros los que están detrás de todo este movimiento. Gro Harlem Brundtland, líder de la comisión bautizada con su apellido, era miembro de la “Comisión Trilateral” de David Rockefeller. Bush padre, un petrolero, cuando firma la Agenda 21 tras la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro en 1992, funda el “Consejo Presidencial para el Desarrollo Sostenible” y nombra como director a Kenneth Lay(2), masca en la energética y criminal Enron.


De la lectura de “Our Common Future”, la madre de este engendro 2030, ya saca uno una impresión de qué va esto del Desarrollo Sostenible: los humanos somos una carga para el planeta, incapaces de gestionar los recursos y por tanto necesitados de un órgano controlador global que tome las riendas del planeta. Incluso se nos advierte de que será necesario tomar decisiones penosas. Bueno, además de quitarnos la propiedad privada, quizás la decisión más penosa es la de quitarnos directamente la vida, la más preciada de nuestras propiedades, y en eso están ahora ¿verdad?


Patrick Wood, autor de “Technocracy Rising: The Trojan Horse Of Global Transformation”, menciona de pasada algo que me parece de vital importancia: el gobierno federal americano, se apropia de ingentes cantidades de tierras cuando la Constitución americana no lo autoriza. Hay que entender que, en principio, el gobierno federal solo puede hacer aquello expresamente reconocido en la Constitución. Pero esto parece no importarle a nadie. En la actualidad, la Constitución Española (un bodrio de constitución por cierto) está siendo pisoteada por los gobiernos de España y no pasa nada, incluso tras varias sentencias condenatorias del Tribunal Constitucional. Siento decirle a los estatalistas que se mofan de mi anarquismo(3), que la base fundamental de su sistema, el Estado de Derecho, es una quimera. Las leyes tienen la fuerza que tienen las armas que las imponen. Por sí solas solo son papel entintado.


La cuestión fundamental que trae a colación Patrick Wood es la “apropiación masiva de recursos naturales” a mano de esta “élite global” a través de mecanismos como “Tierra por Deuda”. Se empobrece a los estados concediéndoles créditos imposibles de pagar y luego se le obliga a poner parte de su territorio en un programa de conservación de la naturaleza. El plan es perfecto. ¿Quién está en contra de conservar la naturaleza? La mayoría de la gente dirá que si no se interviene, la gente acabará con todos los entornos naturales. Esta idea necesitaría libros y libros para discutirla en profundidad. Los que vivimos en lugares completamente transformados, con sus infraestructuras, servicios, construcciones, parques temáticos y demás, estamos encantados con que este medio se modernice y actualice continuamente, pero nos aterra que los pobres habitantes de parajes sin desarrollar vayan a levantar una vivienda de dos plantas o que desequen unas charcas infectadas de mosquitos y cocodrilos por temor a perder biodiversidad.


El plan es perfecto porque ellos parecen no querer extraer los recursos de esos parajes, pero, como cuenta Patrick Wood con la película Goldfinger, para los que ya tienen el monopolio de los recursos en explotación, impedir la apertura de nuevas fuentes es la mejor estrategia que pueden seguir: se aseguran el monopolio y crean una falsa escasez que revaloriza sus posesiones, entre otras muchas cosas.


Siendo esta apropiación indebida de tierras y recursos grave en sí misma, aún lo es más cuando implica, y seguramente será en la mayoría de los casos, la expulsión de esas tierras de sus habitantes originales. Este es un aspecto que muestra a las claras la falsedad y perversión del movimiento. Se nos dice que el hombre moderno se está cargando el planeta, que debemos llevar una vida más en sintonía con la naturaleza, pero a aquellos poquísimos seres humanos que llevan una vida así se les expulsa de sus tierras y se les condena a la más abyecta indigencia.


Hago un inciso porque no puedo dejar de comentar mi mezcla de perplejidad y diversión cuando observo esas imágenes de conferencias, reuniones, simposios, cumbres y demás ferias palaciegas, con tantos asistentes, aparentemente tomando notas, tantos ponentes sentados en fila. ¿Realmente sirven para algo? ¿Aportan algo los asistentes? Cada vez estoy más convencido de que una gran parte de la actividad social humana podría tacharse de infantilismo. Infantilismo que cuesta un ojo de la cara y parte del otro, por supuesto.


Ilustrativa me parece la entrevista en la BBC, creo, al presidente de la compañía New Forest y a la redactora de uno de los informes anuales de Oxfam. La entrevistadora adopta una pose aparentemente en sintonía con Oxfam y los pobres ugandeses expulsados de sus tierras, pero sus palabras y preguntas van veladamente, en mi opinión, en defensa de la compañía. En una primera fase acusatoria le suministra al presidente las respuestas que debe dar y este se limita a adornarlas. Cuando pasa a preguntar a la representante de Oxfam, adopta más una postura de abogada del presidente que de moderadora imparcial: “en cualquier caso, esa gente estaba allí ilegalmente ¿no?” y “pero no fue la compañía, fue el gobierno”. Como si no supiésemos cómo se hacen las leyes. En estos momentos, yo me paso el día violando varias leyes ¿soy por eso un criminal cuando me limito a hacer la vida que siempre he hecho? No sé, juzguen ustedes mismos. A mí, la actuación de la periodista me parece vomitiva.


Pero la guinda del episodio, a mi juicio, es la presentación del vídeo promocional de la ONU vendiendo la idea de las “Smart Cities” para el 2030. No tiene desperdicio, por desgracia.

Los detalles que quiero resaltar del vídeo son:


  • El trabajo será hecho en general por robots. Los controladores (ingenieros) en verdad tendrán tan poco que hacer que la gente pensará que están jugando a marcianitos.

  • Imposición de la “Tarjeta de Calorías” para hacer cualquier cosa. El sueño de los tecnócratas. El “Green Pass” del que le pasaporte Covid es la antesala.

  • Los desplazamientos tienen que ser programados y autorizados, y se harán en vehículos sin conductor.

  • Todo está gobernado por un supercomputador.

  • Los niños estudiarán donde diga el supercomputador, y si tienes suerte, es decir, si eres un convencido seguidor del sistema, te los pondrán cerca de casa.

  • La carrera, y por lo tanto ocupación futura, de tus hijos la decide el supercomputador.

  • Las diferencias sociales, incluso dentro de la Plandópolis, seguirán existiendo.

  • Se comerá lo que diga el ordenador y, por supuesto, olvídate de la carne y las cosas ricas. Consumen muchas calorías.

  • Los ricos seguirán existiendo y tendrán más privilegios de los que ya tienen.

  • Aquellos que clamen por la libertad tendrán que vivir en guetos infectos. Imagino que todo el que no esté en perfecta línea con el sistema será acusado de tal cosa.

  • El sistema se impondrá sobre el cadáver de la familia.


Si no se le pone la carne de gallina con el vídeo no sé con qué se le podrá poner.

Este vídeo me parece tan espeluznante que me he hecho un vídeo aparte con algunos comentarios. Plandópolis o el infierno en el 2030.


Pues sí, para el 2030 nos vaticinan que no poseeremos nada y que no tendremos privacidad alguna, pero, no lo dude, la vida será mejor que nunca. Y si consigue implementar sus planes, así será. La gente mayor habrá sido en su totalidad eliminada, los pocos que queden estarán idiotizados, nadie recordará una vida mejor, por mala que sea.


Pero este vídeo tiene autor con nombre y apellido. Es el resultado de los sesudos pensamientos de gente como la danesa Ida Margrete Meier Auken. Esta parlamentaria y ex ministra de medio ambiente danesa nos plantea el reto de imaginarnos a 3.000 millones de personas entrando en la clase media, todos queriendo coches, móviles, ordenadores, carne ¡¿De dónde va a salir tantos recursos para mantenerlos?! Esto es claramente el resultado del analfabetismo económico de la inmensa mayoría de la gente, incluyendo parte de los economistas. Estas ideas son fruto de la mentalidad de los políticos que piensan que la gente tiene cosas gracias a ellos, que uno entra en la clase media porque ellos le otorgan un carnet o cosa así. No, mujer. Si alguien entra en la clase media por dos vías: produciendo lo necesario o parasitando a los productores. Esos coches, ordenadores, móviles, carne, todo lo producen ellos. Pero ¿y la materia prima?


Contra esta insidiosa idea, que nos pone a la inmensa mayoría de las personas en la categoría de “comedores inútiles”, recomiendo la lectura del libro “El último Recurso” de Julian Simon. El último recurso es el propio ser humano y los Malthus, vaticinadores del agostamiento de la Tierra, han fallado estrepitosamente en sus predicciones. Siempre y no pocas veces.


Hay un detalle terrorífico en el discurso de la guapa de Ida (ya saben, el Diablo siempre se nos presenta con bellas formas), que no sé si usted apreciará: ¿para qué quiere tener la propiedad de nada si puede disfrutar de su servicio?¿por qué no ir a un modelo de “negocio” donde la “compañía” sea la propietaria? Ya no se trata de relaciones humanas sino de negocio. Ya no se habla del pueblo, ni siquiera del Estado, sino de compañías.

Estos psicópatas, como Ida, están tan pagados de sí mismo que no pueden imaginar que fuera de su burbuja haya gente capaz de entender el trasfondo de su mensaje. Cuando describe la maravillosa forma de compartir vivienda es incapaz de ver que sus palabras encajan mucho mejor con la imagen de una prisión que con la de un hogar.


Ya saben lo que nos espera sin no reaccionamos contundentemente:


Esta última batalla contra la humanidad es fundamentalmente una batalla de información. Para poder llevar sus planes contra el mundo entero necesitan que la gente esté en Babia. Yo estoy dispuesto a llegar al cuerpo a cuerpo aún a sabiendas de que seré derribado de un plumazo, pero mientras llega ese momento combato con las armas que tengo. En estas últimas entradas(4) he intentado contar cómo esta canalla, auto-llamada élite, ha conseguido ponerse en situación de darle jaque mate a la humanidad. Mientras me dejen, seguiré en mi empeño a la vez que voy afilando mis cuchillos para la carga final.


¡Ojalá que fuéramos búfalos y marcháramos todos en formación compacta, sin generales, contra esa manada de leonas sedientas de sangre! Pero las ovejas nacieron para el matadero y ahí es adonde nos dirigimos.

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(2) En los subtítulos aparece como Kenley por error, debido a que realicé una transcripción automática del audio en inglés que luego traducí al español, y este hombre es conocido como Ken Lay, que es como lo llama James Corbett.


(3) En una anarquía de propiedad privada también es así pero, en este caso, las armas no estarían monopolizadas por el Estado, sino repartidas por la población. Además, al no haber un ente que acapare una ingente cantidad de riqueza, las armas de guerra no existirían y la fuerza estaría muy bien repartida entre todo el mundo.


(4) Ver:




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