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  • Ludwig V. Burkes

El teatro macabro de los bandos enfrentados.

 

¡Qué lejos me parecen aquellos tiempos en los que creía que vivíamos en el mejor de los mundos posibles! ¡Y pensar que yo ridiculizaba a aquellos que veían conspiraciones por todas partes! Lo ridículo era en verdad que yo no las viese. El sentido común y un poco de psicología humana deberían bastar para saber que la maldad pesa menos que la bondad y que, por muy rencorosas que fuesen, en un mundo de palomas todas acabarían esclavizadas por unos pocos halcones. Todo conflicto humano está financiado y dirigido por unos pocos que se benefician de nuestras peleas y sacan tajada de ambos bandos, gane quien gane. Trata de mover a gente sin dinero y verá que es imposible. Las guerras, los movimientos migratorios, las huelgas, las protestas callejeras… todo está provocado y controlado por un puñado de familias. Sí, las mismas que poseen prácticamente todos los bancos centrales del mundo: los auténticos dueños del dinero.


Os pongo como ejemplo este pasaje del libro de Antony Cyril Sutton “Wall Street and the Bolshevik Revolution”. Sutton fue un historiador y economista inglés que enseñó en Stanford, y le metió seriamente el cuchillo al melón de quién manda en el mundo. Sin embargo, al contrario que Carroll Quigley, que escribió sobre los mismos temas pero infantilmente convencido de que la clase superior anglosajona debía gobernarnos a todos, él era un amante sincero de la libertad y trató con su trabajo de abrirnos los ojos ante la entonces futura, hoy inminente, dictadura global que se nos echa encima. Dice el pasaje(1):


Hasta ahora nuestra historia ha girado en torno a una única casa financiera importante: Guaranty Trust Company, la compañía fiduciaria más grande de Estados Unidos y controlada por la firma J. P. Morgan. Guaranty Trust utilizó a Olof Aschberg, el banquero bolchevique, como intermediario en Rusia antes y después de la revolución. Guaranty apoyó a Ludwig Martens y su oficina soviética, los primeros representantes soviéticos en Estados Unidos. Y a mediados de 1920 Guaranty era el agente fiscal soviético en Estados Unidos; Los primeros envíos de oro soviético a los Estados Unidos también se remontan a Guaranty Trust. Hay un sorprendente reverso de esta actividad probolchevique: Guaranty Trust fue uno de los fundadores de United Americans, una virulenta organización antisoviética que amenazaba ruidosamente con una invasión roja en 1922, afirmaba que 20 millones de dólares de fondos soviéticos estaban en camino para financiar la revolución roja y pronosticaba pánico en las calles y hambruna masiva en la ciudad de Nueva York. Esta duplicidad plantea, por supuesto, serias dudas sobre las intenciones de Guaranty Trust y sus directores. Tratar con los soviéticos, incluso respaldarlos, puede explicarse por avaricia apolítica o simplemente por afán de lucro. Por otra parte, difundir propaganda diseñada para crear miedo y pánico y al mismo tiempo fomentar las condiciones que dan origen al miedo y al pánico es un problema considerablemente más grave. Sugiere una depravación moral absoluta”.


Así es: depravación moral absoluta. No se puede describir mejor. Esto viene de lejos. Los mismos que financian las pateras invadiendo nuestras costas, son los que financian a los partidos y medios que pronostican el fin del mundo si no se ataja con violencia.

¿Y qué podemos hacer entonces? Pues mientras más lo pienso más creo que nada. Hace mucho tiempo que nuestras alas no sirven para volar y que perdimos el instinto de conservación ahí fuera, en la naturaleza. Somos aves de corral de la más baja especie. Nuestro buche solo es capaz de triturar el pienso sintético que nos suministran nuestros amos. Pero si por un milagro divino, todos viésemos lo inútil e indecoroso de tratar de prolongar por poco tiempo esta esclavitud con destino al matadero, nos daríamos por muertos y dejaríamos de obedecer y mantener a este sistema demoníaco. A medio plazo el resultado sería el mismo para casi todos nosotros: nuestros huesos blanqueándose al sol, pero con nosotros caerían nuestros parásitos, y quién sabe si unos pocos sobrevivientes de ese Armagedón podrían reconstruir un mundo donde cada cual fuese dueño y señor de sí mismo y último responsable de sus actos.



 


(1)    So far our story has revolved around a single major financial house— Guaranty Trust Company, the largest trust company in the United States and controlled by the J. P. Morgan firm. Guaranty Trust used Olof Aschberg, the Bolshevik banker, as its intermediary in Russia before and after the revolution. Guaranty was a backer of Ludwig Martens and his Soviet Bureau, the first Soviet representatives in the United States. And in mid-1920 Guaranty was the Soviet fiscal agent in the U.S.; the first shipments of Soviet gold to the United States also traced back to Guaranty Trust. There is a startling reverse side to this pro-Bolshevik activity— Guaranty Trust was a founder of United Americans, a virulent anti-Soviet organization which noisily threatened Red invasion by 1922, claimed that $20 million of Soviet funds were on the way to fund Red revolution, and forecast panic in the streets and mass starvation in New York City. This duplicity raises, of course, serious questions about the intentions of Guaranty Trust and its directors. Dealing with the Soviets, even backing them, can be explained by apolitical greed or simply profit motive. On the other hand, spreading propaganda designed to create fear and panic while at the same time encouraging the conditions that give rise to the fear and panic is a considerably more serious problem. It suggests utter moral depravity. Let’s first look more closely at the anti-Communist United Americans.

 

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