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  • Ludwig V. Burkes

El 11-S: las pistas del dinero. Insider trading.

Continuamos siguiendo de la mano de James Corbett la pista del dinero para tratar de esclarecer un poco los turbios acontecimientos de Nueva York el 11 de septiembre de 2001. El segundo capítulo del documental de sobre los billones del 11-S(1) lo dedica James al “insider trading” o comercio con información privilegiada.




Las opciones de venta “puts”(2) son un tipo de contrato de compraventa de acciones en las que el comprador de la opción puede ganar mucho dinero si esas acciones se deprecian. Por lo tanto son ideales para forrarse si uno tiene información privilegiada que le permita saber que las acciones de una compañía van a caer en picado.


Y eso es precisamente lo que pasó con muchas de las empresas afectadas por el 11S, como United Airlines que el jueves anterior al derribo vendió en un solo día unas 90 veces más opciones de venta que lo normal en tres semanas, lo que hace que el volumen de transacciones ese día fuera del orden de 1.800 veces el de un día normal. Pero para rizar el rizo, con las empresas que se revalorizaron ocurrió justo lo contrario: se vendieron muchas opciones de compra, no de venta, que funcionan al revés, es decir, que si las acciones se revalorizan se pega el pelotazo.


No hay que ser muy conspiranóico para pensar que había gente que sabía lo que iba a ocurrir, pero, claro, eso es de cajón porque los propios terroristas lo saben y ya que están pues ¡a sacar unas perrillas! ¿Verdad? Pues… si lo pensamos un poco mejor veremos que no es tan obvio. Al menos por dos motivos: uno, porque nadie con autoridad hizo nada al respecto cuando ya había gente detectando esos movimientos, lo que pone en sospecha a esas mismas autoridades; y dos, porque si vas a cometer el acto terrorista más grande de la historia no es cuestión de ir anunciándolo y dejando conexiones por ahí ¿no?


Esto me recuerda al famoso locutorio de Lavapiés en los atentados del 11 de marzo en Madrid. Jamal Zougam fue condenado por asesinato de 191 personas y tentativa de otros 1.856, que se dice pronto, por ser quien vendió la tarjeta SIM del móvil que apareció a última hora, sin cadena de custodia, en una mochila con bomba en la comisaría de Vallecas(3). Ya fue bochornoso ver cómo, faltándole a la carcasa del móvil un trocito de plástico, la policía fue al locutorio de Jamal y ¡vualá! Allí estaba en el suelo días después. Pero lo que me trae a la memoria este caso es que todo el mundo (policías, jueces, fiscales, abogados, periodistas, etc.) viera lógico que un miembro de un comando terrorista, no suicida, se empeñase en que le comprasen a él las tarjetas de los móviles que iban a accionar las bombas. Para una película de Torrente está genial ¿verdad? Todos nos reiríamos mucho de la estupidez.


Volviendo al 11-S, muchos académicos y gobiernos extranjeros mostraron su certeza de que “los terroristas” controlaban los mercados y se forraron con la demolición de las Torres. La SEC (Securities and Exchange Commission, Comisión de Bolsa y Valores) llevó a cabo una profundísima investigación coordinada con el FBI y los Departamentos del Tesoro, de Justicia, para concluir que


"No hemos encontrado evidencia alguna que sugiera que aquellos que tenían conocimiento previo de los ataques del 11 de septiembre comerciaran sobre la base de esa información".


Aparte de ser tremendamente ambigua, como bien señala James, viene a ser lo mismo que decir “aquí no ha pasado nada”. Y se quedan tan panchos. Pero esa declaración de la SEC nos ilustra cómo es posible llevar a cabo un golpe tan complicado como éste. El lenguaje es siempre ambiguo y, por tanto, interpretable. Cuándo yo le encargo a mi gestor hacer una gestión ¿quién la hace, él o yo? No me cabe la menor duda de que aquellos que realizaron físicamente las transacciones días antes del derribo no sabían nada del mismo. Lo único que sabían es que pronto ocurriría algo y que iban a dar el pelotazo, porque así se lo habían filtrado fuentes bien informadas. La fragmentación y compartición de la información (fines, fuentes, medios, etc.) entre una infinidad de actores, cada uno con sus pequeños intereses en el asunto, es el mecanismo que permite hacer este tipo de barbaridades.


Si la SEC se lució con su investigación, la Comisión del 11-S lo bordó declarando que el 95% de esas transacciones tan increíblemente anormales fueran realizadas por un “único agente sin conexión alguna con Al-Qaeda”. Cualquiera que no esté hipnotizado por el relato oficial deduciría que, entonces, no sería Al-Qaeda la autora del derribo. Pero la Comisión nos vendió la idea de que esos afortunados que se forraron con la operación más absurda y arriesgada de la historia de la Bolsa sencillamente tuvieron suerte, porque no cabía duda de que los autores de la matanza fueron los de Al-Qaeda y éstos eran los únicos que sabían qué iba a ocurrir. Pero digo éstos cuando debería decir éste, porque el grueso de lo gordo lo hizo un solo agente. ¡Manda huevos!


Creo que se ve claro el razonamiento circular. Una comisión de investigación que se forma para ver quiénes fueron los autores del atentado desestima una prueba que ayudaría a exculpar a Al-Qaeda, ya que los que tenían conocimientos del atentando no tenían relación con la banda. Se desestima porque se presupone de partida que los autores son miembros de Al-Qaeda, y como los autores de las incriminantes transacciones no tienen relaciones con ésta organización, entonces no podían saber de antemano que iba a ocurrir el ataque. ¿Mande? Insisto, hay niños de diez años a los que no se la cuelan.


Da igual si la misma mañana del 11 de septiembre de 2001 estuviesen reunidos el padre y el hermano del entonces presidente Bush con el hermano de Bin Laden en Nueva York. Para el FBI no es digno de investigarse. Unos parientes y socios de los Bush compran sospechosas cantidades de acciones de Stratesec, una compañía de seguridad aeroportuaria que se revalorizaría bestialmente tras el derrumbe de las torres y el FBI, según sus propios documentos desclasificados, considera que no hay que investigarlos porque no tienen relación con los terroristas. Así una y otra vez.


¿Cómo puede lo obvio resultar al final tan oscuro? Todo se enmaraña tanto que lo evidente termina pasando inadvertido a la inmensa mayoría que no está por la labor de prestar atención a los detalles. Lo relevante se cuenta a media y se entremezcla con infinidad de cosas irrelevantes. Meras hipótesis se presentan una y otra vez hasta que suenan a hechos constatados. Al fin y al cabo, la magia del prestidigitador se debe más al deseo de los espectadores de que aquello sea verdad que a sus habilidades manuales.

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  1. Si no lo ha leído el primer capítulo puede ir a El 11-S: las pistas del dinero. El atraco.

  2. Las opciones de venta “puts” son un tipo de contrato de transacciones de acciones en las que el comprador de la opción paga un precio al vendedor de la opción y se reserva el derecho a venderle a este último unas acciones determinadas, que no tiene por qué tener aún, a un precio fijo. Si esas acciones caen por debajo de valor establecido en la opción de venta, el comprador de la opción comprará esas acciones al precio de mercado y se las venderá al vendedor de la opción al precio fijado en el contrato, ganándoles la diferencia.

  3. La simple inspección ocular de las explosiones en los trenes muestra que los explosivos empleados en la carnicería eran muy distinto a la dinamita contenida en la mochila de Vallecas. Solo hubo una explosión de mochila en un vagón de la cabecera del tren que fue accionada por los artificieros a posteriori. Las explosiones normales abrieron los vagones por completo mientras que la mochila se limitó a deformarlos.

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