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  • Ludwig V. Burkes

Psicópatas desatados

Que el mundo está en estos momentos aparentemente gobernado por psicópatas es una evidencia. El adverbio aparente modifica a gobernado, no a psicópatas, dejo claro.

Uno no puede hacer chistes en la calle, en el trabajo discriminatorios, o macabros, pero los nominalmente gobernantes, primeros ministros de países punteros como Gran Bretaña o Australia, no tienen ningún empacho en soltar barbaridades y quedarse tan panchos.

Lo gordo de verdad no es que hayan perdido el sentido del decoro, sino que lo que dicen lo piensan y, algunas cosas, ya las están ejecutando.

En este artículo de El Diestro viene un vídeo de Boris Johnson, primer ministro del Reino Unido, diciendo explícitamente que se podría alimentar a los animales salvajes con personas, ya que los humanos y nuestros animales domésticos, según dicen ellos, somos el 97% de los mamíferos. Imagino que ese porcentaje estará calculado en peso, ya que en individuos, las ratas, ratones y similares nos deben de dar muchas vueltas de ventaja.



Me da igual si usted comulga con las ideas de El Diestro. Si entiende el inglés, vea el vídeo, porque no hacen falta comentarios para sentir horror y repugnancia.

Igualmente, es El Diestro el que nos muestra un vídeo donde se entrevista a la primera ministra de Australia. Se le pregunta si el pasaporte Covid no es una manera de dividir a la gente en dos clases sociales: una con movilidad y acceso, digamos, libre; y otra absolutamente restringida. Lo espeluznante es lo tajante de su respuesta y la sonrisa que en todo momento muestra: “eso es lo que es. Si, si.” A continuación se pone a justificar el hecho diciendo que hay que dar algún premio a los que se han vacunado.



Nadie parece preguntarse el porqué de que haya que premiar a los vacunados. Se supone que la vacuna en sí es el premio. Se supone que esa inyección te da una ventaja clara sobre el que no la recibe, pero no, por lo visto son todos inconvenientes y hay que compensar a los inoculados de alguna manera.

Tom Woods nos manda un correo en el que viene el testimonio de un lituano contando la pesadilla que es la vida en su país para los que no se han dejado inocular. Nuevamente está en inglés, pero si usan el traductor de google automático podrán leerlo sin mucha dificultad. Este férreo apartheid ya es una realidad en algunos sitios del mundo. No son teorías conspirativas, son realidades palpables.



Pero la mayoría de la gente hace como que no se entera. Se concentra en su trabajo, cumpliendo cuantas normas le exijan por absurdas que parezcan. Después de todo dos milenios de educación cristiana nos ha entrenado a la perfección en el arte del “Credo quia absurdum” o el “credo ut intelligam” (creo porque es absurdo, creo para entender) y después de todo lo creído, esto es moco de pavo.

Yo me vacuno mis dos dosis, me pongo la mascarilla y aquí no pasa nada. Pues sí pasa. Porque ya van por la tercera en España, Israel y muchos otros sitios y se habla con insistencia de regularizar dos dosis anuales per secula seculorum. Bueno en verdad no tantos siglos porque la Agenda 2030 y similares apuntan a que para mitad de este siglo muy pocos de los que ahora vivimos estaremos vivos. Ya han dicho que han sacado vacunas para la malaria, el sida, la artritis reumatoide, el colesterol y muchas otras cosas. Están desatados y, de la misma manera que atiborran a los niños con decenas de pinchazos, irán exigiendo a los adultos que se inyecten todas estas porquerías.

El gobierno español ha elaborado un proyecto de ley donde se propone multar a quien mate un animal con 600.000€, como si hubiese mucha gente que tenga esa suma de dinero. Nos proponen que nos olvidemos de la carne y vayamos pensando en los insectos, o en la carne artificial, según dicen, sintetizada a partir de excrementos.

Vean este vídeo donde un psicópata con muchos títulos nos describe un mundo que a él, y aparentemente a su audiencia, le parece maravilloso. A mí me entran ganas de morir matando, lo confieso.



El sentido común, que según decían era el menos común de los sentidos, se ha casi extinguido.

Hay quien me pregunta si compensa perder el trabajo por negarme a llevar barbijo. Mi pregunta es si merece la pena conservar un trabajo para vivir la más atroz de las pesadillas que uno pueda imaginar.

No va a venir ningún general, ningún ex-presidente, nadie a salvarnos. Ahora todavía somos el 99% de la gente. Con cucharas de palos aplastamos al 1%. Más adelante…

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