Leo con cierto alivio estas palabras en una newsletter de Tom Woods, al que tengo siempre como referente.
¿Malvados o estúpidos?
¿Son las personas que nos gobiernan realmente siniestras, o son meros torpes que sufren las consecuencias de su arrogancia?
Esto no tiene por qué ser lo uno o lo otro, por supuesto; pueden ser ambas cosas.
En estos días, creo que este problema es lo que divide a los libertarios de píldora azul de los de píldora roja. Los que tienen la píldora azul piensan que estamos tratando con personas en su mayoría bien intencionadas que comparten nuestros objetivos, pero que solo están usando los enfoques incorrectos (coercitivos, dirigidos por el estado) para llegar allí.
Si alguna vez creí eso, ciertamente no lo puedo ahora. Están en guerra con nosotros.
Alivio al ver que baluartes de sensatez como Tom van percatándose de lo que para mí ya hace un tiempo que era evidente: “ellos”, no es que estén en guerra con nosotros porque nosotros no nos defendemos, ni mucho menos les atacamos, que eso es una guerra, sino que nos están sencillamente diezmando para poder esclavizar a los pocos que queden.
Pero me quedo con la idea, aunque coja, de la guerra para sacar dos conclusiones:
Deberíamos empezar a defendernos y contraatacar.
Del enemigo ni agua como bien aprendieron los troyanos. Toda ayuda, toda información, toda teoría que venga de ellos hay que ponerla en cuarentena. El enemigo no regala nada.
Dado que nosotros no hemos hecho nada para merecernos este ataque es lícito preguntarse desde cuando llevan viniendo a por nosotros, porque si esto viene de lejos habrá que revisarlo todo, especialmente aquello relacionado con la sanidad.
A veces pienso que son muchos los que ya han despertado pero que, por miedo a perder su mundo, prefieren seguir fingiendo que no saben nada esperando a que todo se aclare y resuelva sin su participación activa. El problema es que nos estamos quedando sin tiempo y esta vez el envite es tan contundente que es más que posible que no tenga retorno. O ellos o nosotros, y con ellos apunto a todos los colaboracionistas, que de momento son muchísimos.