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  • Ludwig V. Burkes

La sinrazón de las mayorías.



La “mayoría” es como el puticlub: nadie reconoce frecuentarlo, pero siempre está lleno.

La mayoría se invoca como fundamento de posturas y medidas, pero todo el mundo se siente único, individualizado. Todos creen tener razones personales y conocimientos específicos para defender lo que defienden. No son parte de la mayoría, mucho menos cuando la mayoría apisona a la minoría.


La mayoría tiene una razón evolutiva. Los seres que subsisten de la abundancia, como los herbívoros, insectívoros, no necesitan jugarse la vida para el sustento diario, pero siempre están amenazados por los carnívoros, que viven de ellos. Estos, en cada merienda, se juegan la vida, ya que sus presas no están, ni mucho menos, indefensas, y el carácter valiente que de ello se deriva los hace poco gregarios. Al herbívoro, le interesa la manada, porque la manada le permite relajarse y no estar continuamente alerta y nervioso. Después de todo, las probabilidades reales de ser cazados son muy bajas.

Pero el ser humano, es quizás el único ser de la creación que comparte ambos papeles: homo lupus homini. Efectivamente, el principal lobo de los hombres es el propio hombre.


La psique humana es como es, y pone al hombre en una situación muy comprometida. Los hombres-lobos explotan las debilidades mentales de sus cuasi-congéneres, los hombres-ovejas, y estos, debido a esas debilidades, caen en las redes sin la menor conciencia de ello. Van a las galeras y a los mataderos felices de cumplir con su misión social.


Esta conferencia del abogado especialista en temas médicos, Luis Miguel Ortega, además de ilustrarnos sobre el pavoroso mundo de la “farmafia”, expone con claridad las claves para entender el fenómeno de las mayorías aplastantes.





En ella nos explica cómo es posible que puedan tener lugar atrocidades como el régimen nazi alemán, o la actual implantación del Nuevo Orden Mundial. Atrocidades que necesitan de la colaboración de millones (en el caso actual de miles de millones) de personas no psicópatas. De hecho necesita de la gran mayoría de las personas.


Todos sabemos que es muy fácil dejarse llevar por la corriente, y creo que todos hemos tenido experiencias en la vida que nos avergonzamos al recordar. Que sólo cuando nos alejamos del escenario, en tiempo y espacio, somos capaces de reconocer en su justa medida. En este corto vídeo podemos ver a un médico chino haciendo esto que digo, y él no habla de travesuras. Habla de asesinatos.



Si esto pasa en China, campo de ensayo del Nuevo Orden Mundial, ¿creen ustedes que no puede pasar, o ya está pasando, aquí, entre nosotros?

Los hombres-lobos manipulan a los hombres-ovejas para que éstos apoyen y ejecuten sus políticas, y lo hagan encantados por creer que son las políticas emanadas de la voluntad de la mayoría. Siempre ha sido así, y es fácil que así sea hasta el final de la humanidad, pero no tendría por qué serlo. Bastaría con que, sabedores de esa dicotomía lobo-oveja, los humanos renunciáramos a ambos papeles y adoptásemos el de hombres-búfalos: vivir, dejar vivir y no dejarse fácilmente matar.


En estos momentos asistimos casi-impotentes a los primeros pasos conducentes a la implantación del arma más efectiva para esclavizarnos por completo: el pasaporte verde. Inicialmente se disfraza de pasaporte sanitario, pero ni siquiera ocultan su intención de hacerlo ecológico al llamarlo “verde”.


Con el pasaporte verde nos van a controlar en todos los aspectos de la vida: costumbres, movimientos, amistades, lealtades, vicios. Todo, absolutamente todo. El pasaporte abrirá o cerrará todas las puertas, permitirá o no la adquisición de bienes y servicios, y suministrará al poder todos nuestros datos. Quien no vea las implicaciones de esta herramienta de control, está intelectualmente muerto.


Si algún día salimos de estas, apuesto que será bien difícil encontrar gente que admita que formaba parte de esa “mayoría” que abogó por las medidas exterminadoras y liberticidas que los títeres políticos de todo el mundo habían impuesto al fiel dictado de sus amos. Ya hablé de este fenómeno de las masas olvidadizas en mi entrada “La locura de las masas” en donde narraba el lastimoso episodio del reventón fantasma de la presa de Ohio. Todos corrieron despavoridos hacia las colinas al ver a un hombre correr, creyendo que lo hacía porque la presa recién construida, y de la que se decía que no resistiría, había reventado. Cuando se constató que no había pasado nada, la gente, sin ponerse de acuerdo, echó un tupido velo sobre la cuestión. Nadie había estado en los cerros esperando ver cómo el agua se tragaba a su pueblo.


En fin, que todo el mundo sabe que los pocos hombres que hablan de haber visitado un prostíbulo, dicen haberlo hecho para echar unas risas, y como decía un humorista, de ser así, a la vera de las carreteras, lo que habría serían circos.


Quiero terminar con las palabras finales de la exposición de motivos del recurso presentado por la Asociación Liberum contra la orden de imposición del pase covid en Andalucía. Palabras escritas por mi amigo y abogado Alexis Aneas.


Alexis dice…


Solo el tiempo proporcionará la suficiente serenidad e información para evaluar y calificar las consecuencias de las actuaciones del presente de la Humanidad, como profetizó el historiador francés Henri Noguères


«La verdad tendrá la última palabra».


El Presidente John F. Kennedy, en uno de los discursos más famosos que pronunció en defensa de los derechos civiles recordó que:


«Nuestro vínculo común más básico es que todos habitamos este planeta. Todos respiramos el mismo aire. Todos protegemos el futuro de nuestros hijos. Y todos somos mortales».


Las sociedades sanas no pueden mirar hacia otro lado cuando emergen actitudes discriminatorias (art. 14 CE), de lo contrario emergen las semillas del odio, expulsando el debate sereno y la convivencia pacífica. Pretender que una persona sea castigada o estigmatizada, supone un sacrificio que vulnera la dignidad humana y un trato degradante (art. 10 CE), que el futuro deberá de juzgar.


Tomas Man se vio impulsado a escribir una carta en 1938 cuando tuvo conocimiento de las leyes discriminatorias del III Reich y la realidad de los campos, él dijo:


«el silencio solo puede fomentar la indiferencia moral del mundo».


Estas palabras resuenan como una advertencia a cualquier sociedad que enmudece ante los primeros signos de discriminación contra las minorías. No en balde, la salud de una sociedad se mide por cómo trata a las minorías, y por estas y para estas nacieron los Derechos Fundamentales, para defenderles y protegerles precisamente de aquellas mayorías.


La libertad, como principio superior de nuestro Ordenamiento Jurídico (art. 1 CE) no está ni puede estar enfrentada contra la denominada Salud Pública. Pero, tampoco pude concluirse que esta prevalezca frente aquella. En realidad, son dos caras de la misma moneda, pues no puede existir libertad sin vida, pero qué vida sería aquella sin libertad. Si en pleno siglo XXI las sociedades avanzadas están abocadas ante la amenaza de un virus a decantarse única y exclusivamente entre unas medidas preventivas sanitarias más propias del Medievo (aislamiento, mascarilla, lavados de manos) o la imposición de un novedoso tratamiento médico experimental bajo la imposición de normas que menoscaben, cercenen, dividan y limiten los Derechos Fundamentales, cabe concluir que dicha civilización está condenada a la venta de la Libertad y los Derechos individuales por un “plato de lentejas”. Nunca fue tan barata y fácil la venta de la libertad de la Humanidad, que anestesiada por el miedo y rendida a

desconocidos sin bandera ni patria, fuimos comprados y marcados en un nuevo Mercado donde la sumisión y obediencia son las nuevas señas de identidad. La pregunta es ¿a qué y a quienes?


Por último, permítame esta EXCMA. SALA terminar con una cita de nuestro Hidalgo inmortal y que después de cientos de años sigue en un su particular búsqueda no carente de enemigos. Él dijo:


«La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar. Por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida»


(El Quijote)

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