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  • Ludwig V. Burkes

El 11-S: Las pistas del dinero. Los billones perdidos del Pentágono.

Y terminamos el documental de James Corbett con el cuarto capítulo acerca de los billones de dólares perdidos del Pentágono.




Este capítulo ilustra bien la descarada hipocresía de los psicópatas que nos gobiernan como Donald Rumsfeld, que el día antes del derrumbe de las torres declaraba la guerra a la burocracia del Pentágono y, como se vio, no solo en sentido figurado(1). La comparecencia de Rumsfeld ante el Congreso para dar cuenta de la pérdida contable de 2.3 billones(2) de dólares “en un año solo” me resulta repugnante. Es difícil encontrar ejemplos que ilustren mejor la inutilidad y perversidad del sistema parlamentario. La renta per cápita española en 2001 era de unos 15.500 dólares, con lo que ese agujero contable equivalía a la renta de 150 millones de españoles. Tres Españas enteras, y estos tíos echan unas risitas con el asunto. ¿De verdad cree usted que nos representan, que con ellos estamos mejor que sin ellos? Le recuerdo que eso es solo lo que no estaba contablemente justificado, que el gasto militar, solo justificado por la política imperialista, es mucho mayor.


Nuevamente vemos en este asunto el mecanismo de “calla y mira para otra parte” en acción. Jim Minnery, el ex-marine reconvertido a contable tratando de hacer su trabajo bien, siguiéndole la pista a unos 300 millones de dólares, es recriminado y reasignado a otras labores.


¿A quién ponen al frente para resolver esta pequeña molestia de los 2.3 billones de dólares? A Zakheim, el zorro a cargo del gallinero, coautor del documento “Rebuilding America’s Defenses” donde se defiende el uso de armas biológicas como “herramienta política” y se dice que la reforma de los ejércitos americanos no será posible sin mediar un acontecimiento catastrófico que galvanice a la opinión pública. Un nuevo Perl Harbor(3).


Donald Rumsfeld se lamenta ante los congresistas y senadores de que la gente necesite pasar miedo para aceptar mayores gastos militares, y claro, ¡qué fácil sería todo si no tuviéramos que llegar a esos extremos para conseguir nuestros caprichos! ¿Verdad? Para la gente que tiene sus necesidades más que cubiertas debe resultar incomprensible que la gente prefiera ahorrar, vivir tranquilo, tratar de minimizar los conflictos y resolverlos lo menos traumáticamente posible, cediendo llegado el caso. Ellos, como parásitos que son, nos necesitan, de momento, para sus sueños de poder y grandeza, como los faraones necesitaban a los esclavos para construir sus pirámides, pero solo somos mulas de cargas y como tales nos tratan.


Pero ¿qué me dicen de la coincidencia del impacto del avión con la localización exacta de las oficinas de los auditores de ese “pequeño” descuadre contable? ¡Ya es casualidad! Y más casualidad todavía que estos pobres desdichados, los contables, se hubiesen mudado a ese punto poco tiempo antes después de profundas reformas en el edificio. ¡Vaya! Hubiera sido ideal para preparar un atentado tranquilamente ¿no cree usted? Todo muy oportuno.


Pero más increíble aun es la trayectoria (imposible para un piloto normal mucho menos para un supuesto aprendiz) que supuestamente tuvo que llevar el avión para ir a chocar precisamente en ese punto(4), cuando las oficinas del alto mando del Pentágono, al otro lado del Pentágono, se las encontraba por delante sin apenas maniobrar. Estos terroristas parecían empeñarse en hacerle el trabajo sucio a estos psicópatas.


¡El mundo es un pañuelo! Sí señor. El recién nombrado Secretario del Ejército que tiene dar cuenta, pero no puede, de los billones perdidos tras el ataque al Pentágono, Thomas White, acababa de ser un alto ejecutivo de Enron, cuya estafa monumental se estaba investigando en las oficinas de la SEC en el WTC 7, milagrosamente derrumbado la tarde del 11 de septiembre sin mediar avión alguno por medio y cayendo como caen los edificios demolidos bajo control. ¡Qué maravilla de carambolas hacen estos!


No es de extrañar que con todo esto el descuadre contable, lejos de corregirse, se disparase hasta la estratosfera llegando a los 8.5 billones de dólares en 2013. Oficialmente se admite que en Iraq se perdieron 6.000 millones de dólares, así como así. Más de 2.500 personas podrían recibir ingresos anuales de 40.000 euros durante 50 años con ese dinero, por si no se hace una idea de qué estamos hablando.


La frase final de Donal Rumsfeld no puede ser más aclaratoria: “él no quiere atacar al Pentágono, él lo quiere liberar”. Liberarlo de todo control. El Pentágono no es un organismo de la gente para su propia defensa. El Pentágono es de los psicópatas para sus juegos de guerra y control y no quieren que la gente ejerza ningún poder sobre él.


Para los que siguen creyendo en el Estado de Derecho, el control parlamentario, y todos esos mitos debe resultar desconcertante que la Comisión de Investigación del 11-S terminara diciendo que:


"Hasta la fecha, el gobierno de Estados Unidos no ha podido determinar el origen del dinero utilizado para los atentados del 11-S. En última instancia, la cuestión tiene poca importancia práctica".


La próxima vez que Hacienda le pida explicación por haberse desgravado algún gasto, como los estudios de sus hijos y cosas así, acuérdese de esto y dígales que “la cuestión tiene poca importancia práctica”. A ver qué le contestan.


Conclusión


Los sucesos históricos, como todo lo real, son tremendamente complicados, compuestos de cientos de tramas que se entrecruzan entre sí. La literatura, el teatro, el cine, como todo lo fantasioso, son simples, lineales. Solo así podemos seguir el hilo, entender los personajes. Esto es en parte una limitación impuesta por la propia linealidad del lenguaje. Sucesos como el derribo del WTC involucran a un montón de actores, cada uno con sus propios intereses. Por sí solo, ninguno de ellos podría llevar a cabo tamaña atrocidad, pero todos juntos ya lo creo que sí. La simultaneidad e interconexión de tantas conspiraciones nos resulta inimaginable, por lo que nos resistimos a aceptarlas. Por otra parte, los investigadores de la historia se suelen centrar en una sola de las tramas con lo que caen en la trampa de pensar que ésa es la clave del misterio, colisionando con otros investigadores y ayudando a cubrir con un velo de sospecha todo el conjunto. Los cronistas, los historiadores académicos al servicio del poder, se limitan a presentarnos la novela más favorable a sus amos(5) que encaja con los hechos aceptados. Los crímenes contra la humanidad nunca se comenten por una sola causa y para beneficio de un solo grupo reducido de personas. Es la conjunción de causas y beneficiarios lo que los hace posibles. La realidad es como una partida de damas en un tablero de incontables casillas: las reglas son sencillas pero las jugadas son muy complejas.


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  1. No dejará nunca de maravillarme la candidez de los liberales, entre los que no hace mucho me encontraba yo, tragándose el discurso neocón. Muchos de ellos aplaudirían esa guerra contra la burocracia contable del gasto militar en aras de una defensa de la libertad, la iniciativa, la innovación. Después de todo, la burocracia es parte esencial del intervencionismo estatalista. Para un liberal clásico el Estado tiene sentido siendo la defensa una de sus justificaciones. Pero un anarquista reconoce fácilmente la contradicción inherente entre el libertarismo y la promoción del gasto militar y la guerra.

  2. En inglés un trillón es igual a un billón en español (un millón de millones, 12 ceros). Un billón en inglés es un millardo en español (mil millones, 9 ceros). En español un trillón es un millón de billones (18 ceros).

  3. El símil con Perl Harbor no es del todo desafortunado pero no exacto. Si bien el ataque de Perl Harbor no fue realizado por los propios americanos, al igual que pasara con el Lusitania en la 1ª Guerra Mundial, sí que fue facilitado e, incluso diría, inducido por ellos. El almirante en jefe de la armada americana se negó al traslado de la flota a Hawai siendo, según él, más lógica y efectiva en la costa oeste americana. La bahía de Perl Harbor era una ratonera ideal para un ataque sorpresa. Los únicos buques realmente imprescindibles, los portaaviones, recibieron orden de salir a patrullar a mar abierto justo antes del ataque. Un alto oficial de la armada advirtió personalmente a Roosevelt del ataque. En fin, todo muy normal considerando que la gente no estaba por entrar en guerra y la administración Roosevelt se moría de ganas.

  4. La historia del ataque al pentágono el 11 de septiembre de 2001 está plagada de absurdos de todo tipo. El “Equipo de Investigación Ciudadana” (Citizen Investigation Team) realizó un maravilloso trabajo de investigación entrevistando en el 2007 y 2008 a diferentes testigos de la investigación oficial realizada en 2001, de los que se dispone su declaración. De dicha investigación es obvio que la versión oficial es mentira y prácticamente seguro que el avión, probablemente militar, no impactó con el pentágono sino que lo sobrevoló a muy poca distancia. Sincronizada con esa pasada del avión se haría explosionar las bombas instaladas en el edificio durante la reciente remodelación para albergar al equipo contable. Pueden ver el resultado de esta investigación en 9/11 Pentagon Attack.

  5. No siempre la academia está a favor del gobierno de su país, pero siempre está a favor de su amo que puede ser un gobierno extranjero, una logia masónica, una fundación, etc.

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