top of page
Buscar
  • Ludwig V. Burkes

Carta abierta a Don Juan Manuel Jiménez Muñoz

Circula por Whatsap una “Carta abierta a los imbéciles” de Don Juan Manuel Jiménez Muñoz que pueden ustedes leer al final de esta entrada. Me he tomado la libertad de contestar a esa carta sin que ello signifique que me considere incluido entre los destinatarios nominales de la misma. Iré comentando los distintos párrafos de la carta por lo que le recomiendo que o bien la lea antes o bien vaya leyendo los párrafos a medida que me voy refiriendo a ellos.

Querido Don Juan Manuel:


Aunque todos tenemos facetas en la que podemos ser catalogados de imbéciles no por ello todos somos esencialmente imbéciles. Creo estar en disposición de autoexcluirme de los destinatarios de su carta habida cuenta de su título. No obstante el contenido parece empecinarse en quererme incluir en dicho grupo. Contestaré a título personal por supuesto.


Para cuando Galileo nació (1562) el mundo estaba ya bastante fuera de las sombras habiéndose alcanzado la cumbre del Renacimiento Italiano medio siglo antes. Galileo desarrolló su telescopio para perfeccionar el arte de la guerra y poder, a costa del sufrimiento de los hombres, sacar unos beneficios económicos que le ayudaran a mantener a su prole, fruto de una vida algo desordenada. Por casualidad descubrió las lunas de Júpiter y eso le permitió presentar una “prueba experimental” de las teorías que ya Copérnico y otros miembros de la Iglesia Católica habían publicado en el seno de dicha institución sin mayores problemas. Galileo fue juzgado por presentar su teoría como verdad absoluta y fue eso de lo que se le exigió retractarse, cosa que hizo(1). Hoy en día sabemos perfectamente que el movimiento es relativo por lo que no tiene sentido decir que el Sol o la Tierra dan vueltas uno alrededor del otro. Ambas afirmaciones son igualmente ciertas. Por supuesto que si ponemos el centro de referencia en el Sol, las ecuaciones que describen las trayectorias de los planetas se simplifican, lo que parece conveniente. Pero a los planetas, nuestro sistema de expresión matemática les trae sin cuidado ¿verdad? Por cierto que Galileo también falsificó datos experimentales para apoyar sus teorías, cosa que sabemos hoy en día porque con las herramientas disponibles en su tiempo era imposible obtener resultados suficientemente precisos como para validar sus conjeturas(2). Eso, lejos de quitarle mérito como pensador, yo creo que se lo da, pero pone a las claras que el tan cacareado método científico tiene mucho de fachada.

En cuanto al desarrollo del mundo podemos decir que los barcos son anteriores a la mecánica de medios continuos, los aviones son anteriores a la ingeniería aeronáutica y que la máquina de vapor es anterior a la termodinámica. La intuición pura era la principal herramienta de sus inventores. La tecnología le debe mucho a la ciencia pero la ciencia le debe mucho más a la artesanía en un primer estadio y a la propia tecnología posteriormente. La gente que desarrolló el microscopio, el telescopio y tantos instrumentos de los que la ciencia se ha valido para desarrollarse no se movía por ningún conjunto de postulados. Curiosamente los ejemplos que pone del primer paso del método científico son cosas que se descubrieron por pura casualidad. Las lupas se desarrollaron para poder manejar las fibras de los tejidos con mayor precisión por un fabricante de telas holandés, Antoni van Leeuwenhoek . Mirando con la herramienta que había desarrollado descubrió que el agua tenía bichos. Le costó la propia vida convencer a los muy científicos miembros de la Royal Society de Londres de que eso era así. Hoy en día está considerado el padre de la microbiología. Por cierto que esa prestigiosa institución copió su forma de constituirse y funcionar de las instituciones españolas, como “La Casa de Contratación” de Sevilla, que llevaban un siglo desarrollando las ciencias y las tecnologías necesarias para llevar adelante el Imperio Español, ciencias y tecnologías que el mundo anglosajón protestante se ha encargado de ocultar para que su aportación parezca venir de la nada(3).

En cuanto al segundo paso del supuesto método científico hay mucho que decir. Los experimentos no demuestran nada por sí solos. De hecho para diseñar un experimento hay que partir de una teoría, si no uno no sabe qué mirar, qué medir. Un experimento puede comprobar la falsedad de una teoría pero nunca su veracidad por aquello de que los ejemplos no son conclusivos pero los contraejemplos sí. A esto añadiré que en el mundo académico hay quien dice que “nadie se cree un resultado analítico salvo quien lo formula, todos creen los resultados experimentales salvo quienes los obtuvieron.” Habiéndome dedicado varios años a impartir clases de metrología estoy en disposición de decir que el propio acto de medir es en sí un problema y que en la mayoría de los métodos sofisticados de medición está implícita una teoría de cuya solvencia depende la propia medida.

El tercer paso suena bonito, pero cuando se conoce el mundo científico por dentro la cosa pierde mucho glamour. Baste decir que recientemente se han publicado artículos donde se afirma que del orden del 95% de los artículos científicos, especialmente en el mundo médico, son basura, imposible de reproducir(4). Así que ese “Y NADA MÁS QUE A ESO” me parece un exabrupto poco meditado, como suelen ser todos los exabruptos.

El experimento mental del viaje en el tiempo que usted propone adolece de la falacia del “tuerto en el reino de los ciegos(5).” Creer que un hombre de hoy en día se adaptaría rápidamente a la vida de 1700 es mostrar un desconocimiento del mundo pavoroso. Los que se han criado en pueblos pequeños o en el campo sabrán cuan desvalidos estaban los niños de ciudad que pasaban en ese medio los veranos. Trate usted de vivir en el Amazonas un mes y se dará cuenta de lo que digo. Seguro que usted se habrá quejado alguna vez de lo inútil que parecen nuestros adolescentes sin sus maquinitas electrónicas. No, mi querido Don Juan Manuel, en el reino de los ciegos los ojos no sirven para nada. El ciego con más mala leche, como siempre, será el rey.

En cuanto a las pandemias la experiencia demuestra que se acaban solas. La propia dinámica de las plagas garantiza la extinción de las mismas. Pero se sorprendería usted de ver las hipótesis que gente estudiosa, bien formada, tienen sobre ciertas pandemias. Al menos hay una coincidencia temporal entre estas y la irrupción de nuevos campos electromagnéticos en la atmósfera(6). Le recuerdo que las coincidencias temporal y espacial son unos de los pocos indicios que el método científico tiene para proponer relaciones de causa y efecto.

Bueno, Don Juan Manuel, usted no ha vivido 300 años, no desespere. Pero le llamo la atención sobre su abusivo uso de la descalificación para tratar de ganar afectos a su causa. Yo he seguido a las personas que usted tacha de farsantes, charlatanes, incultos, vulgares, analfabetos y doy fe de que eso no es así. De hecho la carta que suscita esta respuesta me parece más propia de esas etiquetas que el discurso que les oigo a ellos. En cuanto a la democracia aplicada a la ciencia le diré que la inmensa mayoría de la gente está con usted. No entiendo por qué se siente tan amenazado. ¿Puede ser porque algo le dice que su mundo no cuadra del todo como le gustaría? Por cierto que entre esa gente que usted tan agriamente despacha hay varios premios Nobel en ramas muy relacionadas con el problema aquí discutido.

También le diré que no he visto a nadie defender ese mundo que usted dice que está descrito en el Nombre de la Rosa, libro que he leído en español e italiano. Eso es una acusación suya que debe usted apoyar con razonamientos. La mera enunciación de una acusación no demuestra la verdad de la misma. Pero ya que lo menciona le recomiendo que se ponga al día de los planes que la ONU (Agendas 21 y 2030) nos tiene preparados(7), porque yo diría que tienen un cierto parecido con el escenario descrito por usted: eliminación de la propiedad privada, confinamiento de la escasa población en espacios controlados, etc.

Se reafirma uno en sus convicciones al verlo a usted perder los nervios y recurrir a etiquetas “infernales” tales como terraplanistas, antivacunas, conspiranoicos, sectas satánicas, neonazis, adoradores de ovnis, hedonistas ácratas, fetichistas de los porros, ecologistas.

Mire usted yo personalmente todavía no me he encontrado con nadie que defienda que la Tierra es plana y le garantizo que me he movido por muchos ambientes distintos. No sé qué tipo de programas de televisión acostumbra ver usted.

Toda mi vida he creído en las vacunas y hasta hace poco he dejado que me vacunen y que vacunen a mi hija. En media puede ser que no haya pasado un solo año de mi vida sin ser vacunado, especialmente con la vacuna del tétanos habiendo vivido en el campo. Pero las convicciones hay que probarlas oyendo otras hipótesis, punto fundamental del método científico tan cacareado por usted. He oído el testimonio de padres cuyos hijos enfermaron fuertemente tras recibir la vacuna (mi segunda mujer entre ellos) a los que la medicina oficial les dice que no saben por qué han enfermado pero que saben que no es por la vacuna. ¿No percibe usted algo contradictorio en esa explicación? He oído el razonamiento de médicos, virólogos, biólogos en contra de las vacunas y visto las evidencias que aportan. Creo honestamente que hay base para pensar que las vacunas pueden ser la mayor estafa de la industria farmacéutica y la mayor vergüenza del mundo científico. Debe ser que es muy fácil convencerme y engañarme, sin duda(8).

Pensar que las conspiraciones son fruto de mentes enfermizas es demostrar una ignorancia supina en cuestiones históricas y semánticas. Conspirar no es más que unirse para dañar o ir contra alguien o algo. Es el pan nuestro de cada día. Cualquiera que lea algo de historia sabe que es raro encontrar un rey, cónsul o emperador romano que no haya sido objeto de conspiraciones. La conspiración contra los reyes godos era la norma, siendo quizás la más sonada la de los hijos de Witiza, Sisberto y Oppas, contra su rey Don Rodrigo en la batalla del Gualdalete que le costó a la cristiandad ocho siglos enmendar. En política la conspiración es la norma no la excepción.

En cuanto a lo de neonazis es gracioso que lo mencione porque los promotores de la vacunación forzosa universal son precisamente defensores de la eugenesia, punto fundamental de la doctrina Nazi. Se sorprendería usted mucho de ver las simpatías que profesan muchos de los científicos que usted venera por ideas como éstas. James Corbett tiene documentales maravillosos sobre la eugenesia y la tecnocracia que puede consultar en su sitio web(9).

En cuanto a lo de sectas satánicas, adoradores de ovnis, hedonistas ácratas, fetichistas de los porros, ecologistas que no han visto jamás una gallina e imbéciles con pedigrí, espero que tengan el efecto que yo deseo sobre los lectores de esta carta y le pongan a usted en su sitio.

¿Le parecen a usted pocos 200 médicos defendiendo ideas contrarias a la corriente principal de pensamiento? ¿Cuántos Solzhenitsyns hubiese usted esperado que hubiesen para empezar a creer en el infierno de la Unión Soviética? Ya sé que usted adopta la pose de Caballero Andante luchando en solitario por la causa de los desvalidos pero no se engañe, usted juega con la corriente mayoritaria y poderosa. Los “Médicos por la Verdad” se la están jugando y esperar a que la mayoría de los médicos se les unan es perder el contacto con la realidad. La gente es evolutivamente cobarde. Los valientes mueren sin descendencia. Y no, que 200 médicos se constituyan en un grupo llamado “Médicos por la Verdad” no quiere decir que los demás están por la mentira, solo quiere decir que al menos ellos, los doscientos, están por la verdad. Del resto habrá quien efectivamente esté por la mentira, pero apuesto a que la mayoría simplemente no están interesados en darse a conocer, o tienen miedo, o pasan de todo, o qué se yo. Es usted el que está agrupando bajo una única bandera a esos casi 160 mil médicos. Nadie le ha llamado a usted mentiroso pero usted si los ha llamado hijo de la gran puta.

Acerca de si hay o no hay pandemia diremos que con los criterios imperantes hasta hace bien poco en la OMS no la habría habido. Estos criterios se han cambiado expresamente para esta pandemia. Le recomiendo ver el documental sobre la peste porcina de 1976 “Coronavirus déjà vu - swine flu vaccination fraud of 1976”. Es difícil no sentir vergüenza ajena ante lo obvio del estilo propagandístico de la campaña gubernamental de vacunación. El tiempo tiene estas cosas, deja en evidencia al más ducho en el arte del engaño. Pero es envidiable el espíritu combativo que aun poseía el periodismo en esos tiempos. Váyase al minuto 8 y vea las entrevistas al máximo responsable del CDC y al director del equipo de vigilancia (de seguridad de las vacunas) acerca del peligro que implicaba la vacuna. Es realmente digna de verse. Por cierto que verá usted a un médico de alto standing reconocer que las vacunas provocan problemas neurológicos. Pero por desgracia nuestra memoria es débil y la gente no está por la labor de consultar el pasado. Esta reconocido, incluso judicialmente, que la pandemia de la peste porcina en el 2009 fue una monumental estafa de la OMS que amenazó con 7 millones de muertos si no se vacunaba la gente. En meses se desarrollaron vacunas que muchísimos gobiernos del mundo compraron, y que tuvieron que guardarse al comprobarse en Eslovaquia (creo recordar) que eran muy peligrosas. Las probaron con hurones y estos cayeron como moscas. La farmacéutica responsable del aparente intento de genocidio se fue de rositas y sigue siendo proveedora de vacunas. Como puede verse en al final del reportaje “Fauci's swine flu scam - 2009 updated brass” , a Bill Gates cuando menciona la vacunación global se le quiebra la voz como si estuviese a punto de echarse a reir. Es algo que he observado en varias de sus entrevistas. Parece que la idea de vacunar en masa a la gente le excita la libido.

En cuanto a si esta “pandemia” es igual o no a una gripe depende de los sitios. Hay países donde el número de muertos no justifica ninguna medida especial. Y en todos los países hay zonas donde no ha pasado casi nada. Las escenas de películas de terror se han producido en sitios muy localizados (Wuhan, Milán, Madrid, Barcelona, Londres, Nueva York) donde han ocurrido ciertas coincidencias que podrían apuntar a otras causas. Pero usted parece cerrado a toda posible explicación. Yo personalmente no he utilizado barbijo ni me he lavado las manos más de lo que venía haciendo, y siempre con jabón, y de momento estoy aquí tan pancho. Tampoco tengo noticias de nadie que haya enfermado tras estar en contacto conmigo. Obviamente algún día me moriré, con eso cuento, pero no veo que uno tenga que “necesariamente morir” por no llevar el barbijo.

Las estadísticas de autismo están ahí para el que las quiera consultar. Yo me enteré que existía el autismo en 1988 con la película de Tom Cruise y Dustin Hoffman (Rain Man) y ahora ¿quién no conoce algún autista o similar? Uno de cada tres niños tiene alguna enfermedad rara y la mitad de los jóvenes son infértiles. ¿No es digno de estudiarse el asunto?

Si el dióxido de cloro se usa para la conservación de la sangre para transfusiones y para la desinfección del agua potable ¿cómo puede ser tan tóxico? Hay varios testimonios de médicos, especialmente en Ecuador, que afirman haber sanado con el dióxido de cloro(10) tras creerse a punto de morir. ¿Cómo se explica usted eso? Yo me tomaría la molestia de escuchar al propio Doctor Kalker explicando cómo funciona este producto. Espero que los mariscadores gallegos, aceituneros andaluces y pescadores cantábricos vean con claridad qué tipo de gente es la que defiende su postura.

Todavía recuerdo cuando mi padre, un reputado médico cirujano angiólogo, nos encerró con un hermano que tenía paperas para que nos contagiásemos. Esa ha sido siempre la manera de inmunizar a los niños. Con el sarampión y las paperas al menos. Sin duda mi padre debió de ser un imbécil según usted. Mire usted, esa es la manera con la que se acaban todos los años las epidemias de gripe. La gente coge la gripe hasta que ya no hay más gente para contagiarse. ¿Es usted el que debería de hacer un esfuerzo para convencernos de que este caso es sustancialmente distinto? Los coronavirus parecen ser abundantes en todas las epidemias de gripe en la rama descendente ¿qué hay de diferente este año, si excluimos a los puntos localizados anteriormente mencionados de los que nos deberíamos preguntar qué ha pasado?

Me consuela saber que usted al menos se ha percatado de que los poderes titulares no ejercen como tales. Pero es sorprendente que no aprecie que en todo el mundo se ha hecho y dicho prácticamente lo mismo. Mire usted Holanda, Luxemburgo, Bélgica, Dinamarca son países cuyas extensiones son comparables a nuestras regiones pero a nadie le parece sorprendente que funcionen independientemente. ¿Por qué le parece a usted que Andalucía debe hacer lo mismo que Madrid si las cifras son completamente diferentes?

Es patente por sus palabras que está bastante ajeno a cómo se mueven los hilos en este planeta y me parece inútil (en verdad no sabría por dónde empezar) tratar de ponerlo al día. Imagino que con sus esquemas mentales el mundo debe ser bastante incomprensible. Repito, no existió la pandemia de la gripe porcina y las farmacéuticas se lo llevaron bien calentito ¿dónde está la paradoja?

Al menos confiesa usted el tirano que lleva dentro. Eso es de agradecer. Desde luego yo si fuera licenciado en algunas de los campos que usted menciona tampoco lo llamaría a usted compañero y mucho menos científico. Escuche usted sus palabras e imagínese en el juicio a Galileo (me refiero al juicio que la gente cree que ocurrió). ¿Dónde encaja usted mejor, en el papel de inquisidor acusador o en el de defensor? A tenor de sus palabras (vergüenza, ruido, confusión, mala gente, estupideces, barbaridades, bufones, cojones) yo lo tengo claro. Usted es un Torquemada nato, perdone que se lo diga. Salvando el parco uso que hace usted del lenguaje, en su nombrada novela “El Nombre de la Rosa” usted sería Jorge de Burgos, por lo intransigente y lo ciego.

Espero que la gente valore en su justa medida la gran contribución de sus palabras al esclarecimiento de todo este asunto. Imagino que sus correligionarios estarán diciendo que con amigos como usted para qué necesitan enemigos. Yo como profesor de Universidad siempre les digo a mis alumnos que todo lo que oigan de mis labios lo pongan en cuarentena porque hay muchas probabilidades de que no sea del todo cierto. A lo largo de mis veinte años como docente universitario he tenido muchas ocasiones de comprobar lo acertado de este consejo.

En cuanto a mis testículos aunque físicamente no son llamativos (cosa que agradezco por lo incómodo que deben ser las tallas grandes), metafóricamente si que son lo suficientemente grandes como para enfrentarme a usted tanto dialécticamente, como acabo de hacer, como cuerpo a cuerpo si hubiese necesidad de ello. Le aclaro que solo me he peleado físicamente una vez en mi vida. Pero me sobran suficientes neuronas para no caer en la descalificación bajuna con que usted tanto parece disfrutar.

Yo no le deseo que se le seque la hierbabuena, signifique eso lo que signifique(11). Yo le deseo que viva muchos años y pueda comprobar con sus ojos el mundo al que nos habrá llevado con esa actitud la gente como usted, es decir, la inmensa mayoría de la gente.


Sinceramente suyo. Un abrazo


Ludwig V. Burkes

(1) “How the Catholic Church Built Western Civilization.” Thomas E. Woods (Existe versión en español).

(2) “Las mentiras de la ciencia.” Federico Di Trocchio, Madrid, Alianza Editorial, 2013. Muy recomendable la lectura de este artículo sobre el libro reseñado de Gerardo Reyes Ruiz y Ma. de Lourdes Elena García Vargas.

(3) “Imperiofobia y leyenda negra: Roma, Rusia, Estados Unidos y el Imperio español.” María Elvira Roca Barea.

(4) “Las inevitables mentiras de la ciencia universitaria.” El Mundo de Freeliberto. Ludwig V. Burkes.

(7) Como reportero de cabecera tengo a James Corbett que, además de hablar un magnífico inglés, hace un trabajo de investigación y de documentación muy buenos. Sobre este asunto recomiendo sus entrevista a Rosa Koire y a Spiro Skouras.

(8) Hay muchos documentales en la red donde puede entrar en contacto con el problema. Sin ser los mejores pongo aquí tres al voleo: Dr. Enric costa ¿para qué sirven las vacunas?; “Vaccination: the hidden truth - Australian documentary”; “Vaccine truth”

(9) Si no está muy ducho en inglés le recomiendo la entrevista a la doctora Chinda Brandolino donde hace un buen resumen de lo acontecido al respecto en la historia reciente.

(11) No me interesan los Carnavales a pesar de sentirme más de la provincia de Cádiz que de la mía propia y de haber cantado en el papel principal en la chirigota de un pueblo de Cádiz en el invierno del 94. Muy buen recuerdo de aquello por cierto.

_________________________________________________________________________

CARTA ABIERTA A LOS IMBÉCILES.


Mi nombre es Juan Manuel Jiménez Muñoz. Soy médico de familia en Málaga. Tengo 60 años, y ejerzo mi profesión desde hace 35. Mi número de colegiado es el 4.787. Y este dato lo aporto por si alguien, a raíz de esta lectura, me quiere denunciar o poner una querella. Será un honor.

El método científico, desde Galileo Galilei, nos ha sacado de las sombras. La electricidad, la radio, la televisión, los GPS, los teléfonos, los viajes espaciales, los antibióticos, las vacunas, los telescopios, la anestesia general, el saneamiento de las ciudades, la depuración del agua, las radiografías, las resonancias, los rascacielos, los aviones, los trenes, el cine, las fotografías, los ordenadores, y nuestra vida al completo, dependen de una ocurrencia de Galileo. Una ocurrencia en tres pasos para averiguar entre todos cómo funciona el mundo:

1-Establecer una hipótesis plausible sobre un problema concreto. Por ejemplo: “yo creo que el agua estancada contiene unos animalitos minúsculos que causan enfermedades”. O: “yo creo que cuando un imán gira alrededor de una bobina se genera una corriente eléctrica”. O: “yo creo que la Tierra gira alrededor del Sol, y no al revés”.

2-Realizar experimentos para comprobar la veracidad o la falsedad de esa hipótesis.

3-Publicar los experimentos para que cualquier otro los pueda reproducir, afirmar o refutar.

Y ya está. Qué tontería. Y gracias a eso, Y NADA MÁS QUE A ESO, la sociedad de 2020 es completamente diferente a la de 1700. Diré más. Si como por arte de magia pudiésemos trasladar un habitante del año 1 hasta el año 1700, apenas notaría diferencias en lo esencial de la vida: se adaptaría sin problema. Pero si trasladásemos a un habitante del año 1700 al 2020, se moriría del susto. Literalmente.

Gracias al método científico tenemos herramientas para erradicar una pandemia, o para hacerla soportable: la del coronavirus, por ejemplo. Gracias a la ciencia no hay viruela. Gracias a la ciencia no hay leprosos en Europa (o son casos muy contados). Gracias a la ciencia, los pacientes VIH positivos ya no se mueren de SIDA, sino que llevan su enfermedad como los pacientes crónicos. Gracias a la ciencia, muchos cánceres se curan.

Y que después de 300 años de éxitos tenga uno que soportar lo insoportable, resulta estremecedor: la caída del modelo y la sustitución por la farsa, por la charlatanería, por la incultura, por el pensamiento mágico, por la vulgaridad, por el despropósito y por la democracia aplicada a la ciencia, donde el analfabeto opina sobre el coronavirus en igualdad de altavoces que el más docto catedrático de virología, y donde los tratamientos y las medidas de contención de una epidemia son a la carta.

Hay grupos organizados que parecen añorar la Alta Edad Media, aquella que tan magníficamente plasmó Umberto Eco en “El Nombre de la Rosa”: con su mugre y sus hambrunas, con sus gentes muriéndose de peste o de viruela, con los libros encerrados en monasterios sin acceso para nadie, sin luz eléctrica, sin agua potable, sin nada.

Aunando esfuerzos, una mezcla infernal de terraplanistas, antivacunas, conspiranoicos, sectas satánicas, neonazis, adoradores de ovnis, hedonistas ácratas, fetichistas de los porros, ecologistas que no han visto jamás una gallina e imbéciles con pedigrí, pululan en todas las redes sociales instaurando una nueva religión que, mucho me temo, está calando más de lo que imaginaba en una población carente de cultura y liderazgo. Eso no es nuevo. Tarados los hubo siempre. Pero médicos y biólogos liderando imbéciles acientíficos y abjurando de la ciencia para adquirir una fama pasajera, eso nunca lo viví. Y nunca pensé que mis ojos lo verían. Y nunca creí que los Colegios de Médicos, o de Biólogos, giraran la cabeza hacia otra parte y no alzaran su voz contra el medievalismo.

Que un grupo de 200 médicos se autodenomine “Médicos Por la Verdad”, ya es una ofensa gravísima para el resto de los médicos que ejercemos en España, que somos 160.000. Porque quiere decir, ni más ni menos, que los 159.800 médicos restantes que no estamos en la secta somos “Médicos Por la Mentira”. Y a mí no me llama mentiroso ningún hijo de la gran puta. Por mucho título que tenga.

Que se estén dando conferencias, y publicando libros (uno de ellos con seis ediciones en un mes), para afirmar que no hay pandemia, o que los individuos sin síntomas no contagian, o que esto es igual que una gripe, o que es preferible la experiencia personal a las publicaciones científicas revisadas por pares, o que el dióxido de cloro funciona contra el coronavirus, o que el dióxido de cloro no es tóxico, o que las vacunas que existen ahora provocan autismo, o que las vacunas llevan microchips para controlarnos, o que los aviones esparcen desde el cielo cristales para contagiarnos, o que no llevar mascarillas es un acto saludable de rebeldía, resultaría risible si no fuese mortal de necesidad, y si quienes defienden esas barbaridades fuesen mariscadores gallegos, aceituneros andaluces o pescadores cántabros, y no licenciados o doctorados por una Universidad.

Hace poco, sesenta imbéciles acudieron a Las Canarias para reunirse en una playa a contagiarse a propósito. Habían quedado por Internet. Y yo, desde mi muro, acuso a quienes deberían ser líderes sociales, y no lo son, de favorecer esos comportamientos criminales con sus discursos absurdos.

No es época de división, ni de actuar cada uno a su bola. Por desgracia, nadie lidera la crisis. Es evidente. Digo ningún político. El Gobierno Central ha dimitido de sus responsabilidades. Incluso tiene que sobornar a los autonómicos para que acudan a las reuniones. 17 Reinos de Taifas, 17 desastres organizativos. A cuál peor. Ni una puñetera norma en común. Ni un solo registro compatible. Y además de eso, por si fuese poco, una sarta de embusteros con el título de licenciado envenenan a la sociedad en lugar de aconsejarla, de guiarla, de cuidarla, prestándose a decir lo que muchos quieren escuchar, lo que ahora vende: que el coronavirus es un invento de las superpotencias para disminuir la población mundial, para enriquecer a las farmacias y para cargarse a los ancianos, pero que, sin embargo (y mira tú que curiosa paradoja), la tal pandemia no existe.

Compañeros médicos, biólogos, abogados, farmacéuticos y licenciados de toda clase y condición que habéis optado por llevarnos otra vez a la Edad Media: sois la vergüenza de la profesión, y no sois dignos de que os llamemos compañeros, y mucho menos científicos. Sois pocos, pero metéis mucho ruido y confundís. Sois pocos, sí. Pero mala gente. Y decís cosas por las que, de haberlas dicho en la Facultad de Medicina o de Biología cuando eráis estudiantes, jamás habríais obtenido ese título del que ahora os valéis para vuestro propio beneficio. Un título del que, si de mí dependiera, seríais desposeídos de inmediato. Lástima que no se pueda.

Podría elegir muchas estupideces de las que defendéis, muchas barbaridades solemnes, pero me centraré en una sola, que en vuestra boca merecería la cárcel: “las personas sin síntomas no contagian”. Cagoentóloquesemenea. ¿Dónde estabais el día que explicaron la tuberculosis, o el SIDA, o la varicela? ¿No contagian los VIH positivos a pesar de estar asintomáticos? ¿No hay tuberculosos bacilíferos sin síntomas de enfermedad? ¿No se contagia la varicela desde pacientes en fase prodrómica? En fin. Mejor callar, que me van a estallar las meninges.

Sois líderes que habéis elegido no serlo para convertiros en bufones. Y eso, en época de zozobra, no tiene perdón de Dios. Ojalá se os seque la yerbabuena.

Ah. Y otra cosa. Mis señas las di al principio. A ver si tenéis cojones para meteros conmigo. Cojones, digo; ya que neuronas… las justitas pa beber sin ahogarse.

Cagoentó.

Firmado:

Juan Manuel Jimenez Muñoz.

Médico del Servicio Andaluz de Salud.

Colegiado en Málaga 4787.

180 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

El teatro macabro de los bandos enfrentados.

¡Qué lejos me parecen aquellos tiempos en los que creía que vivíamos en el mejor de los mundos posibles! ¡Y pensar que yo ridiculizaba a aquellos que veían conspiraciones por todas partes! Lo ridículo

Publicar: Blog2_Post
bottom of page