Y volvieron aquellas oscuras golondrinas
- Ludwig V. Burkes
- 16 jul 2023
- 2 Min. de lectura
Sí, aquellas mismas que vieron nuestro amor y sabían nuestros nombres(1).
Uno de los sueños de mi vida siempre ha sido vivir en un musical. Poder expresar los estallidos de alegría, pelear con los enemigos, llorar las amarguras cantando y, si ha lugar, bailando. A la vida real le falta siempre la música de fondo.
Siddharta, al menos el de Hesse, nos enseña que nada hay más valioso que saber pensar, esperar y ayunar, y Galdós que los sueños casi siempre se cumplen pero cubiertos con una pátina gris que los hace casi irreconocibles.
Una larga espera ayunando cariño me llevó hasta el insospechado amor de mi vida. Hace casi dos meses ese idilio se rompió en pedazos. En uno de esos días aciagos ella me mandó una grabación suya del Yesterday que me partió el alma.
Me dio la escusa ideal para arreglar un último encuentro de despedida ante de que ella se alejase de mí para siempre. Quedamos en un bar para cenar y yo llegué el último. Cuando la vi, levantándose de la silla para saludarme, me pareció la mujer más bella del mundo. La cena fue torpe y triste. A cada palabra sentía que se me alejaba más y más. Al terminar la acompañé a la parada del metro. Por suerte me cogía de camino para casa. Caminamos unos diez minutos sin cruzar palabra. A medida que nos acercábamos a la estación del metro, sentía que se me abría el pecho y me quedaba sin aire. Ya en la boca del subterráneo, que debía tragársela para siempre, ella se me abrazó y nos besamos como si no hubiera un mañana. Al preguntarle que si podríamos seguir juntos otra vez, ella, sin abrir la boca, dijo un sí que ensordeció todo el bullicio que nos rodeaba. Abrazados como si temiésemos que el otro se escapase, caminamos entre besos y abrazos hasta casa.
Dos días después, ella estaba planeado un viaje con su portátil. Se sentaba en el sofá con una mesita apta para estos asientos. Yo me tumbé boca arriba apoyando mi cabeza en su regazo mientras ella navegaba por la pantalla del ordenador. Consultando mi teléfono, vi su canción y le pregunté que cómo hacía esas grabaciones con el móvil. Ella me lo mostró haciéndome cantar el Yesterday.
Sí, sé que la pátina es gruesa, pero los que nos forzamos por saber esperar, ayunar y pensar vemos a través de ella con claridad. El musical que soñaba no ha hecho más que empezar…
(1) Volverán las oscuras golondrinas
Volverán las oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar, y otra vez con el ala a sus cristales jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban tu hermosura y mi dicha a contemplar, aquellas que aprendieron nuestros nombres.... ésas... ¡no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas de tu jardín las tapias a escalar y otra vez a la tarde aún más hermosas sus flores se abrirán.
Pero aquellas cuajadas de rocío cuyas gotas mirábamos temblar y caer como lágrimas del día.... ésas... ¡no volverán!
Volverán del amor en tus oídos las palabras ardientes a sonar, tu corazón de su profundo sueño tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas como se adora a Dios ante su altar, como yo te he querido..., desengáñate, así... ¡no te querrán!
Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870)
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