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Soledades a dúo.

A finales de julio del 2018 escribía una entrada en el blog “La pluma del ánsar” titulada “A mis soledades voy”. La fuerte desazón que me provocaba entonces la incapacidad de comunicar con los demás me llevó a los siguientes versos:


La fiesta se está acabando,

lento volvemos a casa.

Sin saber cómo ni cuándo

solo por la calle pasas.


La noche fría retumba

su silencio en el presente.

El hoy que no es sino tumba

de tantos sueños pendientes.


Si teatro es nuestra vida,

¡ha de haber autor tan vano!

Si nuestra vida es sueño

más valiera despertar.


Más valiera desechar

este alocado empeño

de alargar papel tan malo

para alejar la salida.


Decía en esa entrada que no era la soledad física, la falta de compañía, lo que me apesadumbraba, sino, como acabo de decir, la imposibilidad de comunicar. Pero si hay algo que de vueltas en este mundo, eso es la vida. En el tiovivo del vivir, la mayoría se aferran al eje de giro para minimizar las sorpresas, pero otros pocos, lo queramos o no, terminamos siempre en la periferia viendo como nuestro paisaje cambia por completo a cada instante. Como ya saben los pocos que me leen, desde hace un año, el mío se ha dado la vuelta como un calcetín, y ahora vivo en compañía de mi amor, Shen, con quien acabo de grabar con medios caseros, y simplemente por diversión, nuestra versión del “A mis soledades voy” de Mocedades.





 
 
 

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