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  • Ludwig V. Burkes

Vacunas versus muerte súbita del lactante.


Reproduzco aquí el resumen y las conclusiones traducidos al español.

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Resumen


Aunque existe evidencia considerable de que un subconjunto de bebés tiene un mayor riesgo de muerte súbita después de recibir las vacunas, las autoridades de salud eliminaron la "vacunación profiláctica" como causa oficial de muerte, por lo que los médicos forenses se ven obligados a clasificar erróneamente y ocultar las muertes relacionadas con las vacunas bajo clasificaciones de causa de muerte alternativas. En este documento, se analizó la base de datos del Sistema de Notificación de Eventos Adversos de Vacunas (VAERS) para determinar el intervalo de inicio de las muertes infantiles después de la vacunación. De 2.605 muertes infantiles informadas a VAERS desde 1990 hasta 2019, el 58 % se agruparon dentro de los 3 días posteriores a la vacunación y el 78,3 % ocurrieron dentro de los 7 días posteriores a la vacunación, lo que confirma que las muertes infantiles tienden a ocurrir en la proximidad temporal de la administración de la vacuna. El exceso de muertes durante estos primeros períodos posvacunales fue estadísticamente significativo (p < 0,00001). Una revisión de la literatura médica corrobora un vínculo entre las vacunas y las muertes infantiles repentinas e inexplicables. Se han propuesto varias teorías sobre el mecanismo patogénico detrás de estos eventos fatales, incluido el papel de las citocinas inflamatorias como neuromoduladores en la médula infantil que preceden a una respuesta anormal a la acumulación de dióxido de carbono; desorganización fatal del control respiratorio inducida por adyuvantes que cruzan la barrera hematoencefálica; y toxicidad bioquímica o sinérgica debido a múltiples vacunas administradas al mismo tiempo. Si bien los hallazgos de este documento no son prueba de una asociación entre las vacunas infantiles y las muertes infantiles, sugieren en gran medida una relación causal.

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Conclusión


Este estudio encontró que una proporción sustancial de muertes infantiles y casos de SMSL(1) ocurrieron en la proximidad temporal de la administración de la vacuna. El exceso de muertes durante estos primeros períodos posvacunales fue estadísticamente significativo (p < 0,00001). Se han propuesto varias teorías sobre el mecanismo patogénico detrás de estos eventos fatales, incluido el papel de las citocinas inflamatorias inducidas por la vacuna como neuromoduladores en la médula del lactante que preceden a una respuesta anormal a la acumulación de dióxido de carbono; desorganización fatal del control respiratorio inducida por adyuvantes que cruzan la barrera hematoencefálica; y toxicidad bioquímica o sinérgica debido a múltiples vacunas administradas al mismo tiempo.

Hay 130 formas oficiales de muerte de un bebé, según la clasificación del ICD(2), y una forma no oficial de muerte de un bebé: de una reacción fatal a las vacunas. Cuando las muertes relacionadas con las vacunas están ocultas dentro de las tablas de mortalidad, es difícil monitorear y prevenir estas muertes. Además, a los padres se les niega la capacidad de determinar las proporciones honestas de riesgo-beneficio de la vacuna y no es posible obtener un verdadero consentimiento informado para la vacunación. Esta es la razón por la cual un mayor esfuerzo y transparencia para lograr una cuenta precisa de la mortalidad infantil relacionada con la vacuna es un objetivo deseable.

Los hallazgos de este documento deben sopesarse frente a las fortalezas y limitaciones de los datos disponibles y el diseño del estudio. Si bien este documento no prueba una asociación entre las vacunas infantiles y las muertes infantiles repentinas, revela patrones inusuales y señales de seguridad muy sugestivas de una relación causal. Se justifica una investigación adicional. Encontrar formas de aumentar la seguridad de las vacunas, reducir la práctica de certificación de causas de muerte inexactas o inconsistentes y apoyar a las familias en su búsqueda para tomar decisiones de atención médica genuinamente informadas deben ser las principales prioridades.


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Siendo yo joven, la muerte súbita del lactante golpeó mi familia de lleno llevándose por delante a un sobrinito, hijo mi hermana. La muerte súbita parecía como una lotería macabra a la que todos teníamos que jugar por el mero hecho de estar vivos. Sin embargo, como muestra este artículo, las loterías de la vida muchas veces están trucadas.


Leyendo “Desvaneciendo ilusiones. Las enfermedades, las vacunas y la historia olvidada” de Suzanne Humphries y Roman Bystrianyk, se le terminan de caer a uno muchos mitos acerca de las vacunas. Las vacunas nunca dieron inmunidad, mucho menos permanente. Las vacunas nunca fueron seguras y los casos de complicaciones graves y muertes siempre fueron conocidos. Lo que estamos viviendo ahora con la vacuna de la Covid es lo que siempre ha sido. No hay diferencia sustancial entre las diferentes versiones de vacunas ni esa polémica entre diferentes técnicas de vacunación nace con las vacunas de ARN mensajero. No hay nada nuevo bajo el sol, solo que ahora, al estarse vacunando a todo el planeta, todo resulta más patente. Las vacunas ejemplifican un fenómeno muy común de la memoria de los humanos. Van olvidando el pasado reciente y sustituyéndolo por la idea que sus mayores tenían del pasado lejano que, a su vez, nunca fue acertada(3).


Volviendo al artículo objeto de esta entrada, lo primero que llama la atención es la eliminación del ICD(2) de la vacuna como causa de muerte de lactantes en 1979, cuando la mera existencia del Programa Nacional de Compensación por Daños de la Vacuna (VICP) revelaba que estas muertes eran una triste realidad. A partir de esa fecha los médicos no podían poner en sus certificados de defunción que un niño había muerto por la vacuna. La letalidad de la vacuna se erradicaba así por decreto. Esto es en sí mismo incriminatorio. Con esto basta para estar seguros que los que controlan el sistema nos están engañando, pues ese movimiento solo se puede deber a mala fe. Que no nos vengan con monsergas de pruebas fehacientes y demás sofisterías.


¿Y qué me dicen de que antes de la introducción del plan de vacunación infantil en los 60 las estadísticas ni mencionasen la “muerte de cuna” y que para 1969 ésta fuese epidemia? ¿Qué condiciones ambientales o socio-culturales habían cambiado tanto como para justificar eso? Con las vacunas siempre pasa lo mismo, las muertes no se saben a qué son debidas pero se sabe que no son por las vacunas. Eso lo estamos viendo ahora a diario. ¿Los médicos no caen en la cuenta del absurdo? Uno puede descartar posibles causas por no darse éstas en el tiempo o el espacio, pero las vacunas nos las inyectan. Deberían ser las principales sospechosas, y si aplicamos el criterio de no mediar más de tres días entre la inoculación y la muerte, ¿cuantos deberían ser catalogado como muerto por el tabaco o el alcohol? Pocos son los que mueren con un cigarrillo o un botella de vino en la mano? Mi padre fue operado de cáncer de garganta dos veces quince años después de dejar por completo el tabaco, y todo el mundo tenía claro la causa de ése cáncer.


Pero la mala fe no paró en la eliminación de la muerte del lactante de la clasificación de muertes. Cuando empezaron a decir que los niños morían por dormir boca abajo, cosa que imagino venían haciendo desde el origen de los tiempos, vuelven a recurrir a un truco vil para engañar a la gente aunque muy recurrido en el mundo de las vacunas: reclasificar los casos de muertes. Muchos casos que antes de la implantación de la política de “dormir boca arriba” se clasificaban como “muerte súbita del lactante” pasaron a clasificarse como “asfixia o causa desconocida” con lo que el número de los primeros descendió demostrando que la verdadera causa era la forma de dormir. La gráfica siguiente muestra que si se suman las tres categorías el número de muertes es prácticamente constante.


SIDS = Síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL).


Reclasificación de SMSL a "asfixia en la cama" y "causas desconocidas".

La tasa de SMSL posneonatal parece haber disminuido de 61,6 muertes (por 100.000 nacidos vivos) en 1999 a 50,9 en 2001. Sin embargo, durante este período hubo un aumento significativo de las muertes posneonatales atribuidas a "asfixia en la cama" y " causas desconocidas". Cuando estas muertes infantiles repentinas e inesperadas se combinan con el SMSL, la tasa total de SMSL permanece relativamente estable, lo que resulta en una disminución no significativa. Fuente: Malloy y MacDorman, 1993.


Sea como fuere, la presentación de los datos de VAERS(4) no me deja duda de la relación causa-efecto entre las vacunas y la muerte súbita de los lactantes.



Agrupación de casos de SMSL y toda la mortalidad infantil posterior a la vacunación.

De 1048 niños que murieron de SMSL, el 13 % murió el día de la vacunación, el 51 % murió dentro de los 3 días y el 75 % murió dentro de los 7 días. Con respecto a la población total de 2605 muertes infantiles notificadas a VAERS (toda la mortalidad), se observó una distribución similar de eventos fatales posteriores a la vacunación. Fuente: VAERS 1990–2019; Molinero 2021.


Casi el 60% de las muertes de niños, por todas las causas, ocurren dentro de los tres días posteriores a la vacuna. Casi el 80% dentro de una semana. Dado que pasan meses entre vacuna y vacuna eso es estadísticamente imposible.


Sí, volvemos a lo de siempre. No hay una prueba “matemática” de dicha relación causa-efecto, pero es que nunca la va a ver, ni tiene por qué haberla.


Aún más, la gente no se para a pensar lo cogido por alfileres que suelen estar los razonamientos científicos que explican los fenómenos que observamos en la naturaleza. Suelen estar formados por muchos pasos aparentemente lógicos y demostrados pero que en el fondo no son más que conjeturas. Como ejemplo traduzco un párrafo del punto 4.4. del artículo que dice:


El testimonio experto del Dr. Douglas C. Miller, neuropatólogo, afirmó que las vacunas pueden ser un factor de riesgo extrínseco en el SMSL. Explicó que cuando recibes una o más vacunas a la vez, como lo hizo J.B., evoca la producción de citocinas. Estudios fisiológicos han demostrado que estos pueden producir fiebre e inhibir la actividad de las neuronas 5-HT en el bulbo raquídeo provocando apneas prolongadas e interferencia con la autorreanimación. El Dr. Miller señaló que J.B. era un "bebé sano... que se desarrollaba normalmente". Era "inmunológicamente normal". Después de recibir las vacunas, las citocinas circulaban por el sistema nervioso central e interactuaban con el hipotálamo para provocar fiebre y actuar en el tronco encefálico “que ya estaba deficiente en el impulso serotoninérgico para el esfuerzo respiratorio, lo que provocó un episodio de apnea del que no se recuperó, es decir, SMSL".


Si no lo ha hecho ya, lea la nota al píe de página (3). La cita del doctor Fathman, experto inmunólogo, está sacada de “The Bodyguard: Tapping The Inmune System’s Secrets” (B. Goldman) publicado en 2011.


No sé a usted pero a mí leyendo ambas citas me da la risa. La cantidad de implicaciones encerradas en la cita de arriba: vacunas evocando (no sé qué será eso) citosinas, que a su vez producen fiebre e inhibe la actividad de las neuronas 5-HT provocando apneas, etc. etc. etc. Cada uno de esos verbos en cursivas encierran un montón de hechos discutibles, pero el empleo de muchos tecnicismos seguidos confiere al discurso un halo de veracidad imposible de discutir.


Pero la verdad no depende del conocimiento exhaustivo de todos los eslabones de la inmensa red, que no cadena, de relaciones causa-efecto. En los fenómenos repetitivos la verdad se conoce por los resultados finales y la gráfica anterior, para mí al menos, es definitiva.


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  1. Síndrome de muerte súbita del lactante.

  2. Clasificación internacional de enfermedades.

  3. Este párrafo de “Desvaneciendo Ilusiones” me parece especialmente instructivo. Pone a las claras el trágico contraste entre la terrorífica complejidad de la biología y la engañosa simplicidad de la academia. Es de agradecer en el alma la sinceridad con la que confiesa ignorancia el Garry Fathman. La cita dice: “En lugar de reconocer la verdadera causa de esta extraordinaria disminución de la mortalidad antes de que se estableciera la vacunación, la profesión médica adoptó la vacunación como una herramienta médica central y rentable. Los problemas con las vacunas fueron relegados al olvido o escondidos, y finalmente reemplazados por el mito. Pocos se molestan en investigar o considerar que sucedió algo más además de lo que les dijeron. La vacunación no es un tema simple y directo. Es complicado. Las enfermedades son complicadas y, además, el sistema inmunitario es entendido muy superficialmente incluso por los inmunólogos más expertos de la actualidad. …“el sistema inmunitario sigue siendo una caja negra”, dice Garry Fathman, MD, profesor de inmunología y reumatología y director asociado del Instituto de Inmunología, Trasplantes e Infecciones… “En este momento todavía estamos haciendo las mismas pruebas que hice cuando Yo era estudiante de medicina a fines de la década de 1960…” Es asombrosamente complejo, comprende al menos 15 tipos diferentes de células que interactúan y arrojan docenas de moléculas diferentes a la sangre para comunicarse entre sí y luchar. Dentro de cada una de esas células se encuentran decenas de miles de genes cuya actividad puede verse alterada por la edad, el ejercicio, la infección, el estado de vacunación, la dieta, el estrés, lo que sea... Eso es un montón de partes móviles. Y realmente no sabemos qué hace la gran mayoría de ellos, o qué debería estar haciendo... Ni siquiera podemos estar seguros de cómo saber cuándo el sistema inmunitario no está funcionando bien, y mucho menos por qué no, porque no tenemos buenos métricas de cómo se ve un sistema inmunológico humano sano. A pesar de los miles de millones gastados en estimulantes inmunológicos en supermercados y farmacias el año pasado, no sabemos qué hacen realmente, si es que hacen algo, o qué significa "estimulante inmunológico". Dissolving Illusions (Humphries, Suzanne), página 322.

  4. Sistema de notificación de efectos adversos por vacunas de EEUU.



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